La soledad ¿mi primer amor?
A lo largo de mi vida empezando desde la niñez, adolescencia y juventud he sido alguien a lo que en su momento llamaban como alguien seria y en conocidos y compañeros de escuela causaba diferentes reacciones, desde decir que era aburrida o tener miedo de acercarse a entablar una conversación conmigo porque estaban seguros de ser rechazados.
No puedo recordar o incluso identificar el origen de mi comportamiento, tal vez por el tipo de crianza o lo que te decían tus padres cuando estabas creciendo, lo único que sé y recuerdo es que la seriedad muchas veces estuvo acompañada de la poderosa soledad. Recuerdo que cuando cursaba la primaria los de grados avanzados les daba curiosidad y se acercaban a mi, me hacían plática y hasta me invitaban de almorzar, luego cuando ellos se fueron a secundaria ya no los recordaba ni tenía la sensación de extrañarlos.
Para cuando cursé secundaria ya estando en otra ciudad, me dió un golpe repentino de cambio, no solo era la entrada a la etapa de la pubertad, era el cambio de escuela, el cambio de ciudad y de vida (hasta podría decir que el cambio de presidente en el país) y podía sentir que los mejores años y momentos se estaban llendo para nunca más volver.
Al cursar la secundaria nunca tuve novio, era muy seria y tímida, no me atrevía ni voltear a ver al chico que me gustaba, me causaba terror con solo pensar que se diera cuenta que me llamaba la atención. Recuerdo el momento en la clase de inglés en la que fui elegida para pasar a la pizarra a resolver una actividad, recuerdo que no me dió nervios porque sabía la respuesta y estaba segura de que lo resolvería con facilidad, pero lo que no me imaginaba es que al levantarme de mi banca pase justo al lado de su fila y el me vio y me dijo: –¡Tu puedes! Y procedió a darme una palmadita en la espalda con la intención de darme ánimo. Ese día sentí que podía salir de mi caparazón y cambiar para dejar de ser la persona seria y cerrada que siempre fui.
Después de eso pasó un tiempo y en la clase de literatura la maestra se le ocurrió la brillante idea de que hiciéramos una obra de teatro de un libro que eligieron y entonces armó los equipos y podrán adivinar con quien me tocó estar.. ¡Si! Estaba él, espera.. ¿Voy a estar con él?. Lo siguiente fue, que la obra que íbamos a hacer era de la leyenda de la llorona el cual a él le tocó el papel de el esposo. Claro a mi no me importaba que papel me tocara hacer ya que sufría (y creo que hasta hoy) de pánico escénico. Una de mis compañeras le tocó ser la protagonista, y yo solo me conformaba con ser alguien que no tuviera diálogos o por lo menos un objeto de adorno para no pasar el ridículo, y cuando tocaba mi turno para elegir mi papel..
–”Si, tu serás la amante del esposo. Entonces la protagonista los verá y así es como se vuelve loca”. Me quedé callada, ya que no tenía ese carácter de liderar o dar ideas en el trabajo, la timidez me invadía como siempre y solo acepté asentando con la cabeza. Los días de el ensayo fueron escasos, teníamos muy poco tiempo para planear todo, y en lo único que podía pensar es que si me tocaría besarlo. Claro que en la obra enfrente de la maestra no podíamos hacer eso, pero en los ensayos había una posibilidad de que algo así pasara y el simple hecho de pensarlo me aterraba, nunca había besado a nadie, pues solo tenía 13 años.
Era evidente que él no estaba interesado en mi, el siempre estuvo enamorado de la compañera que repartió los papeles en la obra, fueron a la escuela juntos desde niños y el siempre estaba atrás de ella, y yo quería estar en su lugar, quería que él estuviera atrás de mi y yo regresarle esa atención, sin embargo, yo veía que ella no estaba interesada pero lo hacía sufrir porque le gustaba saber que estaba enamorado de ella. Un día estábamos en la clase de arte y música y yo estaba sentada atrás de el y conversaba con otro compañero, diciendo que ya se rendía de estar atrás de ella, después de eso procedió a sacar una libreta, y me sorprendió ver qué muchas páginas tenían su nombre por todos lados, e incluso hacia figuras con su nombre en pequeño. Recuerdo que pensé wow como es posible que haya hecho todo eso cuando en clase nunca lo ví con esa libreta, así que sentí que de verdad él la quería y ese día marcó el fin de su lucha de años por conquistarla. Recuerdo que lo último que ví fue como arrancaba las hojas una por una de la libreta para luego tirarla.
Cuando llego el día de la obra fue un desastre, la maestra llegó de muy mal humor y todos nos pusimos nerviosos, nos apresuró para hacer la obra y no lo hicimos como lo ensayamos, al final cuando me tocaba salir a actuar no sentí que estuviéramos haciendo una obra de teatro, y lo único que hice fue darle un ‘abrazo’ de saludo al final porque estábamos estresados por el comportamiento de la maestra. Y así pasó, sin nada especial y sin sentir lo que sentía antes, ver que tenía su corazón ocupado en alguien más me hizo verlo de otra manera, y esa “emoción” que sentía antes fue desapareciendo sin darme cuenta, y regresaba a mi la poderosa soledad.